Alejandro Daniel García, un artista visual cubano radicado en New Jersey, utiliza en su obra la sátira política y la crítica social para visibilizar la represión, la censura y el silencio que —según afirma— ha marcado la vida de generaciones en Cuba.
En declaraciones a Martí Noticias, el creador asegura documentar la realidad de su país y brindar una voz a quienes dentro de la isla “no pueden hablar”.
“La Revolución cubana la represento como una anciana”, dijo el artista. “Es evidente. Más de seis décadas de un proceso que se ha llamado revolucionario pero que no ha revolucionado nada. Es una figura envejecida, atrapada en el tiempo, que repite el mismo discurso sin asumir responsabilidades”.
García cuenta que en la adolescencia enfrentó la censura en la isla: “Participé en un concurso de tema libre en Cuba y pinté una imagen de Marilyn Monroe en gran formato. Me tomó semanas conseguir los materiales y terminarlo. Pero cuando me lo devolvieron, estaba en pésimas condiciones. Me dijeron: ‘Qué lástima, si hubieras pintado a Fidel (Castro), hubieras ganado’. Desde entonces me prometí que nunca lo dibujaría”.
Para el joven, que emigró a Costa Rica hace más de una década y después a Estados Unidos, "el arte se convierte en un canal vital para sortear la censura, provocar pensamiento crítico y, sobre todo, conectar con otros cubanos dentro y fuera de la isla. “Siento que es un lenguaje poderoso para hacer crítica social. Una imagen puede decir más que un texto extenso. A través de estas piezas trato de brindar a los cubanos una herramienta para analizar su realidad, para romper con el panfleto y las consignas”.
Su más reciente obra la tituló "El disfraz" y muestra a una anciana sentada frente a un tocador, maquillada por tres de los voceros más conocidos de régimen de La Habana: los periodistas Randy Alonso, Humberto López y Arléen Rodríguez Derivet. "Los maquillistas la disfrazan a diario: Ella, la que avanza, la invicta. La pintan de vida para simular que respira. Siempre lo hacen evitando que se asome a la ventana. ¡Ella no puede ver su reflejo en el cristal!", comentó.
García lleva casi ocho años sin regresar a Cuba, pero afirma sentirse más vinculado que nunca con la realidad del país. “Estoy documentando lo que está pasando. Me escriben personas que dicen: ‘Mi padre está reflejado en tu obra’, o ‘Me hiciste llorar’. No hay mayor reconocimiento que eso. Me hace sentir pleno.”
En 2024 otra obra suya se hizo viral en redes sociales. Se trataba de una versión de "La última cena",en la que aparecían Raúl Castro, Miguel Díaz-Canel, Mariela Castro, "El Cangrejo", Manuel Marrero, Esteban Lazo y Bruno Rodríguez, entre otros representantes de la cúpula del poder en la isla.
La motivación detrás de su trabajo, dice, nace del “deseo profundo del cubano de ser escuchado”. Según cuenta, su obra está marcada también por figuras del arte como el preso político Luis Manuel Otero Alcántara.
"Es un referente para mí. Hacer arte sin miedo desde dentro de la isla tiene doble valor", comenta. "También admiro el trabajo de Alen Lauzán y la revista satírica MAZZANTINI.”
“En Cuba, la ideología se impone sobre el amor, sobre la familia, sobre los deseos. Esa imposición ha creado una doble moral. Allí eres artista si dibujas para la Revolución, cantante si le cantas al comandante, deportista si le dedicas el triunfo al sistema.”
"En Cuba se escucha la palabra libertad, pero no se sabe lo que significa. Aquí, aunque estoy lejos de mis padres, de mis amigos, de las calles donde crecí, me siento libre. Y lo más importante: puedo alzar la voz por ellos”, dice.
Para él, lo más importante en su obra es "provocar pensamiento crítico, deseo provocar la liberación. Que el cubano sepa que puede criticar su realidad sin condicionamientos ideológicos. Que no tiene que aceptar ser sometidos. Deseo empoderar el intelecto. Porque los cubanos me importan”.
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